Hace diez años, parecía tenerlo todo, pero me sentía vacía. Vivía para los demás: ayudándolos, rescatándolos pero dejando de lado mis propios sueños.

Anhelaba algo más: sentirme orgullosa de quién era, no solo de lo que hacía por otros. Pero mi estrategia era equivocada: hacía más, más rápido, me esforzaba màs, agotándome y olvidándome de mí misma. Todo cambió cuando mi cuerpo habló: una tendinitis crònica en ambos antebrazos me llevò a una charla de biodecodificación, luego a un retiro donde pude ver la vida tan agotadora y vacía que vivìa . Me sentìa culpable de anhelar màs para mì , sentìa que no tenìa derecho a querer más. Mi mayor obstáculo era yo misma: mis creencias, mi falta de amor propio y mi incapacidad de establecer lìmites que equilibraran mis relaciones, donde siempre daba más de lo que recibía. Comprendí que vivía como un satélite: resolviendo la vida de los demás mientras yo sentìa que me consumìa. Una discusiòn fue mi momento de claridad: no tenía que sentir culpa por querer una vida propia y con un propòsito que no tuviera que ver con los demàs, sino con mi realizaciòn personal.

Decidí priorizarme, seguir formaciones que siempre habìa querido tomar, me fui a retiros, talleres, leì màs de 100 libros, aprendì distintas formas de meditar, vivir en atenciòn plena e ir al gym. Aprendì a valorarme, reconocer mis avances y sentirme feliz con mi vida.

Hoy soy una mujer con confianza en sì misma, mucha energía, amor propio, tengo un propòsito claro en mi vida. Dejé atrás la culpa, los vínculos tóxicos y la autoexigencia. Ahora vivo para mí, y eso lo cambiò todo. Ahora doy a los demàs sin dejar de priorizarme: Esta es la razòn por la cual me he decidido a ayudar a mujeres que están transitando una situaciòn similar a la que me enfrentè,  para que aprendan a priorizarse, valorarse y vivir una vida con propòsito, significado, alegrìa de vivir y paz interior.